Si algo puede definir a los psicólogos a nivel coloquial, sería que somos herramientas de cambio. Como bien habréis oído muchas veces, o quizá lo habéis vivido, el psicólogo no te dice lo que debes hacer. En ese sentido, no tenemos las soluciones a los problemas de la gente, y aunque las tuviéramos, pues es evidente que poseemos conocimientos y recursos para ahondar en la capacidad y posibilidad de cambio en las personas, no serviría de mucho dar instrucciones sobre lo que uno debe o no debe hacer. La razón es muy sencilla, a nadie le gusta que le den órdenes, y menos para decirle que hay que cambiar algunas cosas de su vida. Si bien el tema es más amplio, el hecho al que me refiero es que las personas no cambiamos cuando alguien nos dice haz o deja de hacer tal cosa. Solo lo hacemos cuando nosotros nos damos cuenta de ello, aumentando nuestro Insight y/o nuestra consciencia, cuando nosotros tomamos la firme decisión dar un paso adelante.
Podríamos definir el Insight como el nivel de conocimiento propio, es decir, lo consciente que somos de nosotros mismos, nuestra manera de ser y de nuestros problemas. Por ejemplo, uno puede beber alcohol cada día, y no considerar que tiene un problema, o vivir bajo la sombra de un maltratador y encontrar mil razones para defender que en realidad esa situación que vive no es tan mala como un observador externo podría opinar, bien sea un amigo o un psicólogo. En estas situaciones no habría conciencia de problema, con lo cual difícilmente posibles soluciones.
Una de las estrategias que se utilizan es plantear preguntas acerca de la realidad propia de la persona y de sus esquemas mentales, es decir, en cierta manera lo que hacemos es convertirnos en el espejo de esa persona para que, al verse reflejada en un ente externo, la conciencia sobre el propio ser, su personalidad, sus pensamientos o sus problemas salgan a la parte más consciente y de esa manera puedan ser, primero detectados, para posteriormente decidir qué es lo que se hace con ello, si se considera que se debe cambiar, o por otro lado se sigue aceptando esa situación.
Una vez realizada esta introducción sobre algunos conceptos que vamos a ir desarrollando a lo largo del recorrido del Blog, me gustaría exponer algunos ejemplos personales sobre como he ido intentando, como he podido, fomentar el cambio en las personas para, objetivo primordial de este proyecto, aumentar la conciencia ambiental y proteger al planeta del constante vertido de residuos y basura a la vez que luchar contra el cambio climático y proteger a las demás especies de este planeta. Como veréis a continuación, hay diferentes maneras de hacer las cosas. Este va a ser el primer ejemplo, el cual no es muy “ejemplar”.
Ejemplo uno: ¿¡Tú eres un poco guarra, no!?
Vale, si, la chica se asustó un poco, pero es que al verlo se me partió el alma. Es algo que me sale desde adentro y lo cual he tenido que aprender a controlar. O al menos a hacerlo de una manera más…ejemplar.

Parte norte de la isla del sol
Estábamos en Copacabana, Bolivia. Copacabana es un pueblecito que se encuentra a la orilla del lago Titicaca, el lago de agua dulce más grande del mundo, y que hace de puerto de enlace con la Isla del Sol que se encuentra en medio del lago. La Isla del Sol es espectacular, no solo por la belleza y la tranquilidad que transmite, sino porque es uno de esos pocos reductos que permanecen relativamente inalterables al paso del tiempo. Sus habitantes cohabitan con el turismo sin cambiar a penas sus costumbres y estilo de vida milenarias. Es así una de esas perlas de la naturaleza, puerta mágica hacia la vida de los ancestros y antepasados de la cultura Boliviana. De hecho, si algo tiene de mágico y llamativo Bolivia, es la sensación de estar en un país que ha resistido el paso del tiempo con la inestimable fuerza de sus Cholitas y su inalterable ser. Si estás ahí, les da igual, ellas van a los suyo. No les interesa lo que el capitalismo pueda ofrecer, pues habrán entendido, sabia lección, que más bienes materiales no implican mayor bienestar, y que la tierra tiene todo lo que siempre han necesitado.

Las cholitas tienen una manera propia de vestir y no acostumbran a ser muy amigables con el extranjero.
Una vez situados en escena sigamos con la historia de nuestra amiga inglesa.
Como nos dirigíamos a pasar unos días en la Isla del Sol, nos encontrábamos en ese momento encima de un pequeño barco que nos iba a cruzar hasta allí. Estas pequeñas embarcaciones son el único método de contacto entre la isla y el exterior. Yo no fumo cigarros y cuando estoy en la naturaleza siempre me fijo en que hacen las personas con Su Basura, y lo pongo en mayúsculas para que lo vayamos recordando, es nuestra maldita basura y es nuestra responsabilidad, punto final. El caso es que la señorita protagonista de la historia se encontraba en frente mío fumándose un cigarro, y yo estaba a la expectativa ¿Será capaz de tirar una colilla en el lago Titicaca? Mi corazón empezaba a acelerarse, fruto de la anticipación que mi mente estaba haciendo de la probable situación que iba a ocurrir, cuando la señorita (vamos a bautizarla como Peppa Pig) se decidió a desprenderse de su cigarro, botándolo (como se dice en Sudamérica) en medio del lago.
Lo sentí como si le hicieran daño a un propio familiar, no podía comprender como alguien que tenía acceso a la información y que había tenido una educación digna era capaz de realizar ese acto de inconsciencia. ¿Qué mundo estamos creando? ¿A caso hay alguien que disfrute de la basura? ¿Qué haremos cuando no quede ni un solo sitio que no haya sido alterado y vulnerado? La adrenalina empezó a regar mi cuerpo cuando, mirándola a los ojos y con cara de ¿What the fuck?, le dije: ¿Tú eres un poco guarra, no? A lo que ella, al no entenderme respondió con una amigable y sonriente cara: ¿Qué? Se lo repetí, preguntándole si creía que era normal venir a un lugar como este y tirar un cigarro en el agua.

Desayunar en la isla del sol, una experiencia mágica.
Su cara emblanqueció cual pálida y su expresión cambió, mostrando vergüenza y sintiéndose culpable. La pobre Peppa Pig no fue capaz de mediar palabra durante el trayecto, evitando mirar a los demás navegantes. Lo que estaba claro es que no lo iba a volver a hacer, pues su cerebro probablemente recordaría la escena vivida y con ella la emoción que sintió. Unos días después la vi roooja, roja. Se había quemado por el sol. Yo no digo nada, pero el de arriba castiga.
Más tarde durante una charla con mis dos amigos Marina y Bubby (los cuales también fuman, pero ellos se guardan los cigarros y los tiran después), en la cual para hacerme broma me empezaron a llamar Capità Planeta, me hicieron ver que a pesar de que mis intenciones eran buenas, creían que había otras maneras de hacer las cosas. Eso de que el fin no justifica los medios. Y ese debía ser mi reto, conseguir el cambio sin increpar a la gente, porque desahogarse y darle su merecido a alguien es lo que nos viene a la cabeza cuando detectamos una injusticia, pero ese no podía ser el único camino, estaba demasiado usado.

Método de transporte común en la isla del sol.
Las emociones, sean positivas o negativas, son contagiosas y este reto al cual nos enfrentamos como humanidad solo lo vamos a conseguir, si es que lo conseguimos, con positivismo y motivación para el cambio. La rabia puede ser un motor muy potente, pero pocas veces aporta soluciones reales.
Si bien había conseguido crear consciencia en esa chica, o al menos impedir que tirara sus cigarros en cualquier sitio, tenía que aprender a hacerlo de otra manera. Pero había descubierto algo, la vergüenza era un arma muy poderosa que se podía utilizar en esta batalla por la supervivencia. Había que tocar la emoción de las personas. Tenía que detener la inconsciencia humana fuera como fuera, la naturaleza llevaba años dando gritos de agonía.
Nota personal: Incluir la vergüenza en la lista de herramientas útiles para el cambio.
¿Te gustaría ayudarme? Solo clicka en alguno de los anuncios del artículo, eso me da unos céntimos para seguir manteniendo la web y colaborando en proyectos medioambientales. ¡Invierte en Karma ;)!

La isla del sol tiene una fauna bien peculiar a pesar de ser una isla pequeña.
7 comentarios
Jajaja!!
Me ha encantado la foto del final y la historia!!
Ánimo Capitán Planeta, no está mal a veces ser un poco irreverentes.
Haize, ¡muchas gracias por tu palabras y tu ánimo! Si, toca ser un poco irreverente cuando no queda otra opción. ¡Un saludo y un abrazo!
Hombre, yo te veo controlado. Creo que probable que yo hubiera sido mas bestia.
Interesante tu visión, muy aplicable y atingente en el diario vivir.
P.D. -Muy buena tu columna sobre las 101 cosas que aprendiste Chile (muy ciertas tus obsevaciones)
¡Muchas gracias Claudio!
Pues el cerdito de la foto seguro que no va tirando colillas. Así que no merece que se lo compare con la guarra de dos patas.
¿Quien lo ha comparado?